“Las verdades elementales caben en el ala de un
colibrí”, decía el poeta José Martí.
Pequeño, pero elegante y casi mágico,
capaz de volar hacia adelante, hacia atrás, hacia arriba y hacia abajo, el
colibrí representa, en algunas culturas, al intermediario que salva a la
humanidad del hambre. En la civilización maya, el sol se disfrazaba de colibrí
para seducir a la luna.
Pocas imágenes pueden ser tan sugerentes
como la de la mariposa besando al colibrí, idea que aparece en una canción del
año 92 del cantautor cubano Silvio Rodríguez titulada “Abracadabra”. Desconozco
si la utilizó como metáfora de lo milagroso que resulta encontrar el amor
verdadero (el hombre más afortunado que pisa esta
tierra es aquel que encuentra el amor verdadero, aseguraba el Conde Drácula cuando, en la obra maestra de Ford Coppola,
veía en Mina Harker la reencarnación de su amada Elisabetha) o como ejemplo de
la dificultad que entraña modificar las cosas y de lo importante que es seguir
creyendo que es posible. En cualquier caso, me sirve para el propósito de
bautizar este nuevo cuaderno virtual en el que tendrá cabida todo aquello que,
de una u otra forma, me emociona, me seduce o sencillamente me provoca el
impulso de compartirlo.
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