Il Gentilleschi. La tañedora de laúd.
Desde
comienzos del XVII, la música de cámara entró a formar parte del repertorio de
Palacio, ejecutada por profesionales o por nobles aficionados. Pronto se
fijaron algunas formas y surgieron combinaciones instrumentales cuyo objetivo
era la expresión de las más variadas emociones: el compositor barroco pretendía
“mover los afectos” (Descartes sintetizó cinco tipos de afectos básicos:
admiración, odio, deseo, alegría y tristeza); según esta “doctrina de los
afectos”, se representaban en música las pasiones y los sentimientos: el modo
mayor, la consonancia; el registro agudo y el tempo rápido para expresar
alegría; el modo menor, la disonancia; el registro grave y el tempo lento, para
representar la tristeza. Interpretativamente, el legato para la tristeza, el
stacatto para la alegría, etc. Con tanta variedad, el arte barroco es vital,
todo contraste: la calma en la agitación. Así, surgieron danzas y piezas
elaboradas sobre bajos ostinatos, esquemas que se repetían cada cierto número
de compases, acompañando a unas melodías que se enriquecían en cada repetición.
A partir de estos modelos de origen italiano, todos los grandes músicos
elaboraron sus propias composiciones.
Es el caso de esta deliciosa pieza de Marco Uccelini, sacerdote, compositor y violinista italiano del XVII que llegó a ser maestro de capilla en Módena y Parma, cuya obra es muy poco conocida. Los instrumentos que se utilizan en esta espléndida versión son: dos violines (Enrico Onofri, Marco Bianchi), violonchelo (Paolo Beschi), ceterone (Luca Pianca) y arpa (Cristina Pluhar). Giovanni Antonini, director de Il Giardino Armonico, demuestra que los criterios historicistas y la apertura de miras no están reñidas. La fantasía al poder.
Es el caso de esta deliciosa pieza de Marco Uccelini, sacerdote, compositor y violinista italiano del XVII que llegó a ser maestro de capilla en Módena y Parma, cuya obra es muy poco conocida. Los instrumentos que se utilizan en esta espléndida versión son: dos violines (Enrico Onofri, Marco Bianchi), violonchelo (Paolo Beschi), ceterone (Luca Pianca) y arpa (Cristina Pluhar). Giovanni Antonini, director de Il Giardino Armonico, demuestra que los criterios historicistas y la apertura de miras no están reñidas. La fantasía al poder.
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