viernes, 17 de mayo de 2013

Marizápalos bajó una tarde al verde sotillo de Vacia-Madrid...




Marizápalos bajó una tarde 
al verde sotillo de Vacia-Madrid, 
porque entonces, pisándole ella, 
no hubiese más Flandes que ver su país. 

Marizápalos era muchacha 
y enamorada de Pero Martín,
por sobrina del cura estimada, 
la gala del pueblo, la flor del abril.

Dijo Pedro, besando la nieve, 
que ya por su causa miró derretir: 
"En tus manos más valen dos blancas 
que todo el Ochavo de Valladolid." 

Merendaron los dos en la mesa 
que puso la niña de su faldellín 
y Perico, mirándole verde, 
comió de la salsa de su perejil. 

Al ruido que hizo en las hojas 
de las herraduras de cierto rocín, 
el Adonis se puso en huída, 
temiendo los dientes de algún jabalí. 

Era el cura que al Soto venía 
y, si poco antes aportara allí, 
como sabe gramática el cura, 
pudiera cogerlos en el mal latín.

Merendaron los dos en la mesa 
que puso la niña de su faldellín 
y Perico, mirándole verde, 
comió de la salsa de su perejil. 

Al ruido que hizo en las hojas 
de las herraduras de cierto rocín, 
el Adonis se puso en huída, 
temiendo los dientes de algún jabalí. 

Era el cura que al Soto venía 
y, si poco antes aportara allí, 
como sabe gramática el cura, 
pudiera cogerlos en el mal latín.

Interpretación: La Galanía y Raquel Andueza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario