Aparecida
en un inventario en 1651 como propiedad del Marqués de Eliche, gran amante de
la pintura de Velázquez (y de las mujeres), parece que podría representar a su
esposa o a una de sus amantes. Se ha dicho sobre esta obra que da la sensación
de que el artista ha sorprendido a Venus mientras Cupido, resignado, sostiene
el espejo en el que se refleja el rostro de la belleza, aunque lo que
deberíamos ver sería el cuerpo de la diosa.
Niña, si encontrares
durmiendo a Cupido,
si velar no quieres,
déjale dormido.
durmiendo a Cupido,
si velar no quieres,
déjale dormido.
Durmiendo estaba una tarde
en las flores Cupidillo,
que se duerme fácilmente
quien es ciego y quien es niño.
en las flores Cupidillo,
que se duerme fácilmente
quien es ciego y quien es niño.
No está siempre Amor despierto;
tal vez suele conducirlo
la mudanza y el cansancio
al letargo del olvido.
Y una zagaleja libre
de su amoroso dominio,
no queriendo querer nunca,
quiso despertarle y quiso.
Solo humano. Anónimo. Manuscrito de la Biblioteca Marziana
de Venecia.
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