Mala racha
llevamos. Ha fallecido Constantino Romero. No es difícil poner pegas al nivel
interpretativo en el cine español, pese a que ha habido y sigue habiendo
grandes actores (entre los que se fueron, Pepe Sancho, entre los que están, Eduard
Fernández), sobre todo en lo que respecta a las últimas y decepcionantes hornadas
(sé que generalizo, pero pocos son capaces de aportar una interpretación
que perdure). No sucede lo mismo con el nivel general del doblaje, que es magnífico.
Admitiendo que el doblaje inevitablemente resta una parte importante del trabajo de un actor,
hay que reconocer que, en determinados casos, la excelencia de quien dobla
llegar incluso a superar la versión original, pese a que la
manipula de alguna manera. Entre los grandes dobladores estaba sin duda alguien
que acaba de despedirse de forma definitiva (lo había hecho a nivel profesional
hacía ya algún tiempo): Constantino Romero. Sirva esta entrada como homenaje a
un artista que antecedió en el teatro a Johnny Depp (protagonista de la versión
cinematográfico-burtoniana) en el papel Sweeney Todd, junto a otra figura del
doblaje, Vicky Peña, y que puso su voz a Clint Eastwood en maravillas como “Los
puentes de Madison”. Pero si hay un momento estelar, en mi opinión, en la
carrera de Constantino, es este:
Descansa en paz.
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